Consumo de drogas

Consumo de drogas

Adicción. 2. Hábito de quienes se dejan dominar por el uso de alguna o algunas drogas tóxicas. RAE

Droga. Fin. S. XV. Palabra internacional de historia oscura, que en castellano parece procedente del Norte, probablemente de Francia. El origen último es incierto, quizá sea primitiva la acepción ‘cosa de mala calidad’, S. XV. Y proceda de la palabra céltica que significa ‘malo’ (bret. Droug, galés, drwg, irl. Droch), que se habrá aplicado a las sustancias químicas y a las mercancías ultramarinas, por el mal gusto de aquellas y por la desconfianza con que el pueblo mira toda clase de drogas. Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, Joan Corominas. Gredos, tercera edición.

La palabra evasión viene casi siempre asociada con las palabras, consumo de drogas y sugiere escape, huída. La pregunta es ¿evasión de qué?

La adicción a las drogas desde el punto de mira del psicoanálisis es que ha de ser considerado como cualquier otro tipo de síntoma. Es decir, lo que este consumo tiene de particular para cada sujeto en cuestión. Lo que está relacionado con su recorrido biográfico. La consideración de lo que, para cada quién, significa este consumo, es absolutamente personal e intransferible.
Un lugar común en la aproximación a este concepto es la idea de que, el consumo de drogas, trae consigo un determinado placer. Para quienes adquieren algo más de conciencia de la situación, aparece la idea de que además puede entrañar un dolor. Como así sucede cuando se llega al convencimiento de que continuar consumiendo perjudica de manera sustancial al sujeto, pero que cada vez resulta más difícil dejarlo. Es en ese momento en el que se acude en busca de ayuda exterior.

Cualquier asociación terapéutica especializada en el consumo de drogas, sabe y así se lo hace saber a quienes acuden en busca de ayuda que el proceso de cura tiene varias fases entre otras, la deshabituación, el trabajo terapéutico, que consistiría en la exploración de motivos y conflictos que subyacen y propician el consumo y por último la reinserción social, si es que el sujeto, en su historia de consumo, ha llegado a niveles altos de aislamiento y marginación.

El psicoanálisis no es un programa de deshabituación y de reinserción al uso. Y preconiza la dificultad de afrontar el proceso de la cura si el sujeto está inmerso en una vorágine de consumo. Sugiere que es preferible empezar el análisis al menos cuando ya se hayan superado los síndromes de abstinencia. No obstante no se sustrae tampoco a la intervención si es que alguien que está en pleno consumo, hace una demanda de análisis. Pero haciendo saber entonces que no hay garantías de curación sin que tenga lugar este atravesamiento del síndrome de abstinencia.

Un buen punto de partida es aquel en el que el sujeto acude en demanda de análisis llevado por su propio pie sin que sea obligado por instituciones, tutores o padres. Puesto que su voluntad de curación es el principal motor de la cura. Sin desdeñar la ayuda que pueda recibir del psicoanalista.

Desde el psicoanálisis podemos contemplar varios aspectos que pueden estar incidiendo en la avocación al consumo de drogas, aunque insistiendo en que hay que considerar a todo sujeto en su particularidad sin encasillarlo en etiqueta diagnóstica alguna, sirvan de ejemplo los siguientes:

  • Dificultades del sujeto para conseguir su autonomía. Operar las separaciones simbólicas.
  • Conflictos de los padres vividos por el sujeto desde su más tierna infancia.
  • Dificultades para asumir y aceptar las frustraciones inherentes a la vida.
  • Miedos y angustias en relación con el ámbito social. Dificultades para estar en grupo.
  • Y muchos otros más.

 

En esta época de «consumo» permanente y rápido es difícil sustraerse a la oferta publicitaria, y más para los jóvenes que se avocan al placer sin solución de continuidad. Poner coto al goce para entrar en la senda del deseo es el trabajo que propone el psicoanálisis. Se puede consultar la diferencia entre goce y deseo en otros textos de esta misma página.

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