El pasado cambiante
El artículo de Javier Cercas del pasado domingo 24 de noviembre de 2013, publicado en EL País Semanal me ha movido a reflexión. Se pregunta Javier en este breve pero enjundioso artículo «El pasado cambiante» si la hipótesis de T.S. Eliot de que toda obra de arte en verdad nueva no sólo supone una ruptura con el pasado, sino que altera el pasado mismo. La obra de referencia de T.S. Eliot a la que hace referencia Javier se titula: La tradición y el talento individual. Después hace referencia a Borges para indicar que también él, en su obra: Kafka y sus precursores preconiza esta misma idea en lo tocante a la literatura. Viene a decir que la obra de un determinado autor, en este caso Kafka, modifica la lectura que se hace después de él, pero también antes de él, de otros determinados autores. Para decirlo con palabras de Javier: «. todo escritor crea a sus precursores, porque su labor, igual que modifica el futuro, modifica nuestra concepción del pasado; para demostrarlo, Borges aduce una serie de piezas heterogéneas-de Zenón, de Han Yu, de Kierkegaard, de Browning, de Bloy, de Lord Dunsany- que se parecen a Kafka, aunque no todas se parecen entre sí. Esto último es lo esencial: «En cada uno de estos textos está la idiosincrasia de Kafka (.) pero si Kafka no hubiera escrito, no la percibiríamos; vale decir, no existiría». Sigue diciendo Javier, apoyándose de nuevo en la figura de T.S Eliot, que esta hipótesis no sólo es aplicable a la literatura sino al arte en general y también a la historia. Hace referencia, más adelante a Slavoj Zizek, y en concreto al ensayo de este autor titulado: ¿Aún es posible ser hegeliano? Y extrae un pensamiento de la obra en el que se dice que «El presente nunca es sólo presente, sino que abarca una perspectiva sobre el pasado.» el párrafo de Javier es más largo pero a mí me vale con este fragmento para la reflexión. Al final del artículo, Javier se hace la siguiente pregunta: «Así que lo que vale para la literatura y el arte en general vale también para la historia. ¿Valdría también para nuestras biografías? Aunque, en cierto modo, la pregunta es retórica, creo que puede contestarse afirmativamente. Y es esta respuesta afirmativa que me atrevo a dar lo que me ha movido a escribir esta pequeña reflexión. En otro lugar he dicho que el psicoanálisis es una obra de arte. No me tilden de pretencioso al escribir esto. Jacques Nassif, un prestigioso psicoanalista, cuya labor se desarrolla en Barcelona y en Paris, sostiene que el psicoanálisis pertenece a lo que él llama «un reino intermedio», para tipificarlo diremos que no es ni ciencia ni arte, pero que participa de ambas cosas, casi me atrevo a añadir que es una especie de epistemología de la existencia. Entonces ¿porqué no considerarlo obra de arte, siendo los artistas al alimón el psicoanalista y el analizante? No se crean que esto es muy original, tengo que reconocer la paternidad de las mismas a Jacques Nassif, pero creo que en este caso aplican. De lo que se trata en cada sesión en el diván es de hacer una reescritura; por eso la afirmación de Zizek en este caso aplica: el presente está configurado, siempre por tres dimensiones que se aúnan en el instante pasado, presente y futuro. El pasado que se rememora y en cierto modo se modifica al renombrarlo, el presente que acoge este momento inaugural de la escritura y el futuro que se planifica y se representa y por tanto se modifica también.
Gracias a Javier por su magnífico artículo, cuya lectura recomiendo, en http://elpais.com/elpais/2013/11/22/eps/1385135849_352886.html
Y también, como no, a Jacques Nassif, por sus inestimables aportaciones en todos los sentidos.