Pérdida (Duelo y Melancolía)
El dolor de la pérdida es indefinible, solo puede decirse que cuando se pierde algo que importa, el ser amado por ejemplo, acaece una situación de vacío y de desorientación que da al traste con todas las actividades de la vida cotidiana. Es común escuchar en alguien que se acaba de separar, “es que todavía no puedo hacerme a la idea, entro en casa y todavía tengo la esperanza de que va a estar por ahí o de que va a entrar por la puerta” Incluso en quienes han sido ellos los que han tomado la decisión de separarse. La sensación de desorientación y de vacío no es exclusiva de aquel que vive una separación, es también una situación que viven aquellos que experimentan la pérdida de un ser querido ocasionado por la muerte. Aunque estas dos situaciones no son del todo equiparables, lo que tienen de común es el sentimiento de pérdida del sentido de la vida que se instala en el ánimo de quienes son afectados por este hecho. Otra frase que se escucha es “ya sé que tengo que hacerme a la idea, pero es que no lo puedo superar” Este sentimiento de dolor profundo e indefinible, se juzga comúnmente natural, es decir que se concibe como ineludible tener que pasar por él en algún momento de la vida. Incluso en el caso de las parejas cuyos miembros llevan toda la vida juntos, saben que, más tarde o más temprano alguno de los dos miembros de la pareja morirá y el otro quedará solo. Ovidio recoge en su Metamorfosis el mito de la pareja que pide a los dioses que eso no les suceda para no tener que experimentar ese dolor. Tras su muerte, Júpiter los convirtió en árboles que se inclinaban uno hacia el otro: Filemón en roble y Baucis en tilo.
Toda pérdida se experimenta en el inconsciente como una pequeña muerte, por así decir. La recuperación del ánimo, pasa por la vivencia del duelo y por el restablecimiento de la capacidad de desear. Entendiendo la capacidad de desear, la energía necesaria para acometer las actividades de la vida cotidiana. Freud definió lo que para él era una persona normal y dijo que era toda aquella persona con capacidad de amar y de trabajar. La propuesta del psicoanálisis es siempre la exploración de todas las vivencias de pérdida experimentadas por el sujeto, para que puedan ser vividas como experiencias dolorosas, y una vez superadas… poder seguir viviendo sin dolor. Pero tengamos en cuenta que toda pérdida deja siempre un resto doloroso, un poso, por así decir, que remite siempre al dolor, inconsciente, de la primera separación, que no es otra que la separación de la madre. El duelo, cuando no se supera, se convierte en melancolía. El sujeto se va o se pierde, por decirlo así, con el objeto perdido.