Teoría de la religión
Barcelona 27 de marzo de 2015
La lectura propuesta para el encuentro de hoy es: Teoría de la religión. Georges Bataille. Ediciones Taurus. Colección Pensamiento. 1998. Traducción: Fernando Savater. Thadeè Klossowski.
La palabra sacrificio, aquí tiene el sentido de peligros o trabajos graves a los que se somete una persona.
Hasta dónde hacer el sacrificio del sacrificio, porqué seguir currando, renunciando a los placeres.
Por qué razones podemos sacrificarnos, en el sentido figurado, ahorrándonos el sacrificar en el sentido propio.
Aquí Bataille, no toma el significado que nos da el diccionario para religión. Empieza con un exordio de Kojeve, y habla enseguida de un concepto, una idea, que la considera como un ladrillo. Pero un ladrillo que no se encuentra por sí solo, aislado. Los ladrillos de Bataille se ven mejor, insertados en el terreno psicoanalítico, porque así no se encuentran en la literatura o en el detritus de la filosofía.
El verdadero otro, al cual hace falta remitirse en este texto de Bataille es Freud. En la medida en la que proclama el inacabamiento inevitable. Pues si el psicoanálisis se pone del lado de las ciencias cae en el cientificismo que lo distorsiona. Mientras que si se coloca del lado de una sabiduría presocrática… Privilegia una conciencia de sí, del Ser sin esencia pero consciente. Es este enterarse, que se propicia a partir del psicoanálisis.
El Ser en el que piensa Bataille, entonces, sería el inconsciente. Al inconsciente mismo podemos atribuirle un ser. Freud dice que el inconsciente es extenso, tiene una superficie. Es el texto de Bataille, el que trata de averiguar de qué índole es esta superficie.
Los lacanianos hablan del grito en lo real. Bataille nos habla del grito de lo imposible. Esta paradoja que es la teoría de la religión que convierte al individuo en la cosa (Pág. 17 del texto mencionado). Estos cuatro apartados de la animalidad, nos hablan de lo pulsional.
Pero los animales no saben utilizar herramientas, no saben crear un útil, aunque Bataille no nos habla de instinto. Pero nos habla de la inmanencia como algo que los animales no pierden nunca, pero los hombres necesitan buscar la transcendencia de la inmanencia. Este concepto de la inmanencia de Bataille, es equiparable a lo que en psicoanálisis decimos del deseo que se cumple en el sueño (concepto freudiano: Wunsch)
Lo principal de la pulsión es que su meta no cesa y es la de dirigirse al mundo para encontrar su satisfacción. El animal (la pulsión) está como el agua dentro del agua.
El niño ve las cosas con esta ingenuidad del sinsentido. Pasamos del mundo del sinsentido al mundo del sentido hasta la dislocación final de los sentidos (Pág. 16 y sigs.) La intimidad del fulgor que vela en nosotros… es esto lo que se ha de despertar en los divanes, esta verdad incognoscible.
En el mundo animal no hay sacrificio, no hay transgresión, porque esta ley no es una ley. El inconsciente no conoce la muerte, no conoce el estado de desnudez. En el sueño matamos sin matar, morimos sin morir, andamos desnudos sin provocar escándalo. Tenemos acceso a toda esta inmanencia del mundo animal si aceptamos entrar en la continuidad del inconsciente.
Continuo, discontinuo.
Lo continuo es lo íntimo de un sentimiento de inmanencia (perdido) al desechar el objeto privilegiando la meta. La inteligencia pierde la inmanencia. El neurótico actual es un sujeto lobo comido por otros lobos (recuerdo el aforismo de Hobbes: El hombre es un lobo para el hombre si no le considera como un igual) (1), alienado por su trabajo, sin la posibilidad de sustraerse a este mundo, para aprovecharse del usufructo de los productos del trabajo.
Cualquier palabra se convierte en demanda, perdemos la inmediatez del deseo.
El arte es un verdadero fin-no es un medio-salvo que el mercado lo convierta en un objeto de consumo.
La oferta del análisis consiste en apartarse de esta exterioridad del sujeto mismo considerado como objeto. Reanudar el sujeto con el mundo como sagrado. Es imprescindible fundamentar una nueva idea de lo sagrado laico. Lo sagrado es la intimidad como algo divino. (Es lo que dicen todos los místicos).
La práctica analítica no me parece exenta de esta dirección de encontrar lo divino en la intimidad.
El sueño, relatado y recuperado en la sesión analítica, convierte al cuerpo tirado en el diván, en un templo. Y no se puede hacer cualquier cosa con esta aparición de lo que Bataille llama la espiritualidad. Nunca el cuerpo delata más el espíritu sino cuando está muerto. El análisis tiene como tarea explorar la complejidad del cuerpo. La importancia definitiva y la esencia del muerto, revela el espíritu.
El análisis entonces, es una manera de actuar con reglas pero sin herramientas. Se consulta en este punto el apartado del texto de Bataille, El trabajador y la herramienta (Pág. 26 y sigs.) Sería, lo que se dice en el texto en este apartado, la metáfora del analista con sus herramientas pero sin útiles. Las herramientas son, el diván y la palabra, y el propio cuerpo del analista, que soporta la transferencia.
(1) El paréntesis es un añadido mío, al trascribir los apuntes manuscritos al texto para su publicación.