Fragmentos de la Vergüenza
Francisco Pereña.
Ed. Síntesis. Madrid 2008
La represión tiene que ver con el síntoma, entiendo el síntoma de esa manera, como determinación particular del conflicto psíquico y moral que, aunque sea enteramente particular de cada uno, atañe al modo de relación y de separación del otro, al modo de acercarse y alejarse, al modo de presencia y ausencia corporal de los demás y respecto a los demás en su peculiar condición amorosa, sea directamente erótica o meramente afectiva o sublimada. El síntoma lo vive el sujeto como una inquietud, incluso como una vergüenza, una repetición que se refiere enteramente a él y no puede descargar en ningún otro.
Por eso es tan importante dejar sitio al relato, que le paciente cuente, que oiga finalmente sus palabras y el pasado le sirva para así separarse del presente y acudir a él, al presente, desde la memoria, es decir, en el instante de su pérdida, en su desaparición y no en la pretensión de la protección…
La clínica psicoanalítica busca la memoria y agranda en campo de la sensibilidad, abre así la perspectiva de quien ya no sabe cómo seguir ni a donde ir. Cuando alguien, agobiado por la angustia de la culpa superyoica, por la necesidad de castigo y de reparación, y por la consiguiente y discordante agresividad, o por un sentimiento personal de irrealidad, se interroga sobre su vida, se abre quizá la posibilidad de enterarse y de agrandar su sensibilidad.
Toda torpeza en el supuesto bien hacer, todo desvío del hacer adecuado al orden, todo revés del contento, toda desidia del entusiasmo, cualquier deserción y no digamos toda alocada confrontación con el orden establecido, sea o no delirante, cualquiera de estas manifestaciones de la desajustada subjetividad quedan establecidas y decretadas como daño natural, y, por tanto, condenadas y negadas como síntomas del sujeto.
Francisco Pereña: “Fragmentos de la vergüenza”, Ed. Síntesis. Madrid 2008 Págs. 75, 76.